«La Fundación es algo que hay que mantener y proteger»
El doctor Pablo de Unamuno Pérez fue beneficiario de las ayudas de la Fundación para la Protección Social de la OMC (FPSOMC) en el Colegio de Médicos de Salamanca. Especialista en dermatología, huérfano de médico y nieto de Miguel de Unamuno, el primero falleció cuando él tenía tan solo 11 años. Asegura que heredó de su abuelo su espíritu luchador y por eso siempre ha trabajado para defender la sanidad pública. Después de 60 años agradece las ayudas por las que pudo «estudiar la carrera de Medicina. La Fundación es algo que hay que mantener y proteger”.
Ex catedrático de Dermatología en la Universidad de Salamanca y ex Jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario de dicha ciudad, ha dirigido cinco proyectos de investigación dentro de su campo académico y publicado más de doscientos artículos en revistas científicas. El Dr. Pablo de Unamuno asegura que hay que concienciar a los más jóvenes de la importancia de la solidaridad y que contribuyan con la FPSOMC porque “con una pequeñísima cantidad de dinero puede ayudar a muchos médicos, a sus hijos, viudos o viudas, a sus familias e incluso ellos mismos pueden ser beneficiarios en algún momento difícil de su vida”.
El doctor de Unamuno Pérez nos explica cómo conoció la Fundación. «Fue cuando murió mi padre. Yo tenía 10 años en 1955 y el patronato de huérfanos de médicos, a través del Colegio de Médicos, sufragó mis estudios en una institución como alumno interno en Logroño. Era de los mejores colegios que había en aquel momento en España. Era un internado donde estábamos entre unos 150 o 200 internos allí, la gran mayoría huérfanos de médicos. Con 13 años tenía mi habitación individual, íbamos todos los domingos al fútbol…».
Su historia continúa y da un salto en el tiempo. «Cuando terminé el bachiller volvía a Salamanca y estudié la carrera de Medicina, donde también tuve una ayuda económica. Con esa beca yo tenía para mis gastos, para los libros, matrícula y para cubrir mis necesidades».
Respecto a lo que puede suponer una prestación de este tipo, no duda ni un segundo. «Solo tengo palabras de agradecimiento porque mi madre tenía cinco hijos en el momento que quedó viuda y fue una ayuda realmente importante para ella. Y para mí sin ella no podía haber estudiado Medicina, ni vivir dignamente».
Sobre la aportación a la Fundación, el doctor de Unamuno Pérez recuerda su caso particular para ponerla en valor. «Es una aportación voluntaria. Yo por ejemplo cuando me colegié me preguntaron si quería hacer la aportación y ya puedes imaginar la respuesta. Yo fui beneficiario durante 13 años y aconsejo a la gente que si se colegia con una pequeñísima cantidad de dinero puede ayudar a muchos médicos, a sus hijos, viudos o viudas, a sus familias e incluso ellos mismos pueden ser beneficiarios en algún momento difícil de su vida. Me parece una cantidad insignificante para lo que puedes recibir el día de mañana y para la ayuda que das a otras personas que lo necesitan».
Por eso no es de extrañar que, cuando se le pregunta por lo que supone la Fundación, este beneficiario la define como «es una ayuda muy importante que vivimos en primera persona mis hermanos y yo en una situación difícil. Es algo que debemos proteger y mantener».